Cumplido donde los haya, el padre Pérez hizo llegar un ramo de rosas rojas al camerino de la cantante, que ésta recibió con agradable sorpresa al finalizar su brillantísima actuación, junto a una nota firmada que decía:
“Sabes muy bien que, desde que te conozco, me he sentido profundamente cautivado por tus excepcionales cualidades musicales y artísticas, pero quiero que sepas, también, que te admiro en lo más hondo de mi ser por tus virtudes humanas y solidarias, especialmente por tu nobleza de alma grande, tu simpatía y tu sencillez. Entre los bellos recuerdos que siempre van conmigo destaca, por sobresaliente y meritorio, el inolvidable recital que ofreciste desinteresadamente en favor de nuestra institución. Tuya es mi mayor gratitud, queridísima Beatriz, junto con mis mejores elogios y deseos de éxitos futuros.”
En la revista Codalario, especializada en música clásica, que dirige Aurelio M. Seco, crítico de La Voz de Asturias, leemos que “la soprano de Boo deleitó con un talento interpretativo que llegó a sobrecoger a los asistentes, que recompensaron a la artista con una gran ovación que apenas le permitió dejar el escenario. El repertorio, de carácter popular, contribuyó al éxito de la función, al contar con algunas de las arias de óperas de Massenet, Donizetti o Puccini que la soprano está cantando en algunos de los teatros más importantes de Europa. Díaz ofreció todos los estratosféricos recursos líricos que ya la han convertido en la más importante soprano de la historia del Principado de Asturias, sin haber cumplido 30 años. Fiato portentoso, voz límpida y pura, capaz de matizar los resquicios de las arias hasta límites expresivos sobrecogedores y un desparpajo escénico asombroso…”
Por su parte, el reconocido músico y melómano Pablo Álvarez, apunta “… que La segunda parte comenzó con el ya citado “Allegretto” beethoveniano que sirvió de "calentamiento" instrumental para devolvernos a la Beatriz Díaz más italiana y bien acompañada en todas las arias: primero la Nannetta del "Falstaff" (Verdi), un papel nada protagonista pero lleno de dulzura y gracia que le va perfecto a su voz, y tras la “Nana” rubeniana nada menos que el Puccini para quien la soprano de Boo está con el traje a medida en todos los roles, confirmándonos que en estos momentos es "su autor", haciendo auténticas recreaciones: la Liu del Tu che di gel sei cinta ("Turandot") es toda una referencia que ya disfrutaron en Bilbao y pudimos corroborar en esta gala, para sin apenas respiro meterse en el papel de la Lauretta de "Gianni Schicchi" con O mio babbino caro que casi nos corta la respiración, siempre con la orquesta acompañando en su sitio, muy bien llevada por el maestro Díez, gran conocedor y amante de estas partituras, lo que siempre es de agradecer, dejando mandar la voz que pudo así recrearse en todas y cada una de las muchas notas que el toscano llamado "sucesor de Verdi" escribió. La propina no podía ser otra que su actual Musetta ("con alma de Mimí") de "La bohème" que ya cantó en Génova y recientemente en La Maestranza compartiendo cartel con Ainhoa Arteta (¡también fue Musetta!). Su Quando men vo es simplemente una delicia y el papel otra nueva recreación de Beatriz Díaz de Boo. Los aplausos fueron tan largos que obligaron a bisar la Lauretta, aún mejor que la primera rompiendo el dicho de las segundas partes…”
Como todos presumíamos, fue un grandísimo regalo de Reyes para la concurrencia, “entre los que se contaban varios miembros de la Asociación Lírica Asturiana "Alfredo Kraus" como su presidente, Carlos Abeledo, el presidente de la Ópera de Oviedo, Jaime Martínez, o el padre Pérez, fundador de la entidad Padrinos Asturianos, que viajó acompañado de decenas de socios de Padrinos, asociación de carácter altruista con la que la soprano de Boo viene colaborando desde hace tiempo” según podemos leer también en Codalario.